sábado, 27 de junio de 2015

¿Qué ganastes con llamarla fea?


Hace unos meses leí en un periódico una noticia que trataba el tema del acoso escolar, concretamente hablaba sobre la reducción del acoso escolar mediante un programa que se había puesto en marcha en Finlandia y que otros países como UK ya lo había puesto en marcha. Tan solo los resultados eran sorprendentes y se había reducido en un 77% y, justo en ese momento me dí cuenta de muchas cosas.

Felicito a todo aquel que no le haya ocurrido en su infancia y cada vez que lo recuerdo me dan escalofríos. Me resulta difícil sacar a la luz todo esto, es como si aún siguiera en un pozo hondo y oscuro del que nunca jamás pudieran salir, son aquellos recuerdos que prefieres ocultar y que nadie debe saber tan solo por el simple hecho del miedo, del miedo a que te pueda ocurrir lo mismo de nuevo. El tener que recordar es como tener que abrir la trampilla de una alcantarilla que formó parte una vez de tu pasado y que del cual quieres dejar atrás, llegas a odiar tu propia infancia tanto que no deseas volver a ella, te arrepientes de cosas que podrías haber hecho.

El tan solo tener que describir una experiencia de una etapa de mi vida me resulta la cosa más difícil que tener que reconocer que perteneces a un ala política más moderada que a otra.
Cuando me paro a pensar me doy cuenta de que no sé lo que es tener un amigo de verdad, un amigo fiel, tan solo me doy cuenta de que lo único que tenía eran tan solo refugiarme en cuatro paredes donde sabes perfectamente que nunca llegarán.
El miedo y la desesperación de salir corriendo acaban por sucumbirte y abrazarte con su estrepitosos maldición llegándote a tocar su máxima discreción dejándote un sabor amargo del cual no quieres volver.
Al principio piensas que tan solo es un sueño, pero luego te das cuenta de has sido tocado por un ángel burlón que encendió la mecha el día que entraste por primera vez al colegio, empiezas a sentirte el bicho raro y maldices el día que naciste y acabas marcada toda tu vida.

Nadie se percata de lo terrible que puede ser llegar cada mañana al colegio y sentirte como el bicho raro al que hay que aplastar, aquel bicho que por ser como es debe de ser eliminado. Te preguntas muchas veces que es lo que tienes que hace que todo el mundo te rechace y acabas por sentirte una victima de todo lo que te ocurre, acabas por derrumbarte y a rendirte como si no hubiese ninguna solución ante susodicha pesadilla y acabas por refugiarte en la lectura o el dibujo. Dibujar era lo único que me hacía olvidarme de todo, crear un amigo invisible a quien contarle realmente como te sientes por dentro, lo inútil que te sientes y las pocas ganas que tienes de seguir adelante y crees que tan solo si tu no estuvieras estaría mejor el mundo y no solo maldices el día en que naciste, sino que además tu presencia es sencillamente molesta.

Aún recuerdo cuando un chaval Jokin se suicidó tirándose en el 2004 en la muralla. Fue el primer caso conocido de acoso escolar que salió a la luz, pero el resto hasta ese año se encontraban ocultos en aquella alcantarilla de la que nadie quiso abrir hasta el año 2004.
En la profunda depresión en la que caes es sencillamente tan grandes que pierdes las ganas y el interés por todo, empiezas por refugiarte en ti misma y en desconfiar hasta de tu propia sombra.
Piensas de que tan solo el decir una simple palabra puede llevarte a una nueva paliza y acabas por no decir nada y aguantar todo y, en ese momento es cuando te sientes lo más insignificante.

Cuando sales de aquel infierno te alegras porque todo acabó, porque ya no volverás y porque ya no volverás pasar todo aquello que pasaste, pero aquel pasado, todo lo ocurrido no lo olvidarás nunca y acabas marcada de por vida. Decides ocultar todo aquello y no contárselo a nadie, y a seguir refugiandote en tu mundo, en lo único que has conocido y que conoces para acabar por no tener ni un simple amigo y cuando te llegas a dar cuenta lo ves todo normal.
Tu vida se reduce a tu mundo, pero eso no importa si el contacto con otras personas es totalmente nulo por si vuelve a ocurrir.

Acabas por alejarte de todo el mundo, suprimir aquella parte de tu vida como si de un crimen se tratase, como si hubieses sido un preso que cuando sale de su propia cárcel después de un tiempo se ve obligado a ocultar todo aquello que pasó.

Creo firmemente de que aún nadie se ha dado cuenta de todo aquello, del dolor que puede sucumbir todo aquello hacia una persona.
Aún así después de todo lo que pasé sigo sin querer tener apenas contacto con nadie y cualquier ocasión que tengas haces por romper cualquier relación con una persona cuando ves que todo aquello puede significar una amistad.
Nunca he sabido lo que es tener un amigo de verdad, pero sí sé lo que es tener un enemigo. Quizás este equivocada al hacer estas cosas, pero por un lado acabas sintiéndote más segura de esa manera, pero por mucho que haya escriba esto no se reducirá el acoso escolar porque en este mundo reina el silencio por desgracia y hasta que alguien no alce la voz seguirá habiendo victimas escolares y no escolares, y mientras tanto tendremos que seguir escuchando y leyendo que esto aún existe.

Después de esto, no me atisbo a seguir sintiendome víctima, sino solo informar de que todo lo que nos ocurre a nuestro alrededor no debe de ser silenciado. 

Y le hago la simple pregunta a cualquier persona sea o no sea agresor como dice la fotografía de arriba:
-¿Qué ganastes con llamarla fea?







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